Vuela alto cuando el viento se levante.

Han pasado 9 años, y tú habrías cumplido 22 en unas semanas.

Muchas veces a lo largo de estos años me he preguntado si todos esos sueños que tenías se hubieran cumplido. Te he imaginado viajando por lo ancho y largo de Europa, pasando la mano sobre las piedras de los puentes de Praga, disfrutando del sol mediterráneo en las islas de Grecia, o andando en los verdes y húmedos bosques de Alemania. Te veo con él en Moscú, con sendos gorros calados hasta las orejas, y también en Belgrado, cómo no. Te veo riendo, concentrado, leyendo un libro con el ceño fruncido, con esa mirada interrogante que ponías cuando no estabas seguro de si la historia te iba a gustar. A veces también imagino cómo habrías crecido, si hubieras conservado esa mirada inocente, o al contrario, se habría endurecido a la par que tus rasgos. Si hubieras crecido tan alto como lo ha hecho él.

En su momento quise creer que el tiempo acabaría por suavizar los recuerdos, y es cierto. En parte. Hace tiempo que olvidé cómo sonaba tu voz, la forma de tus manos. También tu sonrisa. Y las fotos que quedan son simples imágenes, momentos congelados que no captaron la vitalidad que había en ti. Pero hay cosas que permanecen en lo más profundo de mi memoria, y que deciden salir a la superficie en los momentos más inesperados. Un par de ojos de un extraño por la calle, tan, tan similares a los tuyos, hacen que me dé un vuelco el corazón. Dos niños corriendo uno detrás de otro, sus siluetas recortadas contra el atardecer me llevan de golpe años atrás, hasta otros dos niños también, diferentes a estos, pero tan parecidos al mismo tiempo.

Él y yo, te echamos de menos. Siempre lo haremos. Hemos seguido adelante, en constante cambio, sin parar de renovarnos, y tú has sido una constante. Un recordatorio de las vidas truncadas y los sueños incompletos. Ahora mismo me llamarías pesimista, agorera incluso, aunque a esa temprana edad aún no conocieras el significado de la palabra. Y tras nueve largos años, he decidido estar de acuerdo contigo. No eres un recordatorio de la brevedad de nuestra existencia, y no quiero que lo seas. Eres parte de él, y de mí. Te veo a ti en él, y en mí; como una extensión de ambos, que nos mantiene unidos.

Hasta qué punto te has ido, no sabría decirlo. ¿Cesas de existir a pesar de que para nosotros aún sigues presente? ¿Realmente alguien puede abandonarnos, cuando no había voluntad de irse?

A tu memoria, niño díscolo y soñador, vuela alto cuando el viento se levante.

Esta entrada fue publicada en Cosas que a veces escribo, Un petit peu de todo y etiquetada , , , . Guarda el enlace permanente.

2 respuestas a Vuela alto cuando el viento se levante.

  1. Gracias por compartir sentimientos y recuerdos en este homenaje

Deja un comentario